Empezamos el proyecto de escritura realista, este trabajo se trataba de, a partir de unas obras de distintos autores, relatar una historia realista, nos tocó la obra de Alfredo Gramajo Gutierrez. Tuvimos que ponernos de acuerdo respecto a horarios para buscar información acerca de la obra y sobre donde tenía que transcurrir. Esto fue básicamente la primera etapa, en la segunda nos pusimos a pensar en una posible anécdota y como relatar esta, hasta este punto todos aportamos algo a pesar de que algunos no podían conectarse muy seguido. En la tercera etapa, que en esta ya teníamos que empezar a escribir la historia , fuimos modificando gran parte de como teníamos pensado relatarla, cada uno tenía sus ideas y a partir de las sugerencias de todos tratábamos de unirlas y crear el relato. En general, nos pusimos de acuerdo bastante bien y no tuvimos muchos conflictos respecto a eso, pero tal vez con el tema de que había muchas veces en las que nos conectábamos pocos integrantes hubo algunos conflictos aunque no muy serios y que tratábamos solucionar lo mejor posible tratando de que, las personas que no se podían conectar mucho, aportaran más ideas para mejorar el cuento y hacerlo más interesante. Finalmente, para terminar el producto final, buscamos distintos finales que podían quedar mejor nuevamente usando las ideas que cada uno proponía y las uníamos hasta que quedo un final que aunque no era malo, lo fuimos modificando hasta que quedara de la mejor manera posible. Aun así, creo que podría haber aportado aún más ideas de las que propuse, a pesar de que propuse varias, porque respectando al final no aporte tantas como hubiera querido, ya sea porque en ese momento no se me ocurría ninguna o no me parecían buenas. De cualquier manera me parece que en general trabajamos bien como grupo.
Este es el producto final:
El camino de un Artista
Me encuentro aquí en mis últimos momentos de vida. Ya
no sé qué pensar, ya no puedo pensar. Solo aparecen algunos recuerdos… De chico me gustaba
imaginarme que podía llegar a ser de grande. Seguía los pasos de mi padre, a él
le encantaba pintar con lo que tenía. Yo, a veces, le pedía permiso para
pintar, pero él nunca me dejaba; sus pinturas eran lo más importante que tenía
después de mí. Será por eso que lo único que deseo ahora es hacer lo
que más me gusta: pintar.
Siguen los recuerdos: Cuando cumplí los 15 años empecé
a pintar con lo que mi padre me había dejado; al principio, no eran muy buenas
mis pinturas, no tenía experiencia. Observaba siempre un cuadro que mi padre
había dejado a medio terminar Antes de morir. Me imaginaba mil formas de
terminarlo. No me animaba. La imagen del Santo en ese cuadro era poderosa: me
atemorizaba y me impactaba.
Recuerdo que hace unos meses por fin me habían dado la
oportunidad de exponer mis pinturas en un lugar muy conocido, estaba muy feliz
y emocionado, era lo que siempre había querido. Me llamaron para tomar mis
datos y para ver cuántas obras tenía para exponer. Pero para mi suerte, unos
días antes del día de la exposición, me enfermé, llamé a un médico para que me
dijera si debía tomar medicinas o algo, pero no supo bien lo que me pasaba. Me
preocupé bastante: no quería tener una enfermedad seria antes del gran día. Me
dirigí hacia un hospital para saber qué me estaba pasando. Me dijeron que era
algo grave y que por eso me tenían que hacer unos estudios, que podían llegar a
cambiar todo. Los doctores pensaban que tenía cáncer de pulmón.
Las habitaciones del hospital eran grandes, luminosas
y frías. Me tocó la número 236. Tenía una cama amplia, un sillón por si recibía
visitas, un baño privado, una máquina y una vista increíble. Pedí pinceles, un lienzo blanco y colores. De alguna
manera iba a pintar, no sabía qué, pero lo necesitaba. Los doctores volvieron y, finalmente, me lo
confirmaron: tenía cáncer de pulmón. Me
dijeron que iba a ser muy difícil presentar la muestra debido a que el cáncer
había avanzado y teníamos que empezar con la quimioterapia lo más rápido
posible, antes de que una tragedia sucediera.
Me
desilusioné. La exposición de mis obras era el sueño de mi vida, pero ahora era
casi imposible. No planeaba darme por vencido, pero tampoco encontraba una
manera de hacer las dos cosas: de curarme y de llevar a cabo mi sueño. Unas semanas más tarde tuve una idea: no sería fácil,
pero debía hacerlo. Tendría que lograr verme de una forma en la cual no se
notara que estaba enfermo. Necesitaría “disfrazarme”. Cuando encontré los elementos adecuados para hacerlo,
me escabullí por los pasillos hasta llegar a la salida. Me dirigí hacia el
lugar de la muestra, me recibieron y la inauguración comenzó, ¡fue un éxito! Un montón de personas estuvieron ahí
por los cuadros pintados por mí, me sentí muy orgulloso, pero en ese momento
sentí un dolor muy fuerte en el pecho y
no sentí nada más hasta llegar al hospital.
Ahora me llevan a la sala de operaciones, me aplican
anestesia, y ya no siento nada más. Cuando tomo conciencia de donde estaba me doy cuenta
que el cuadro seguía ahí, ahora que lo miro me doy cuenta que ya es un cuadro
terminado y si mi padre estuviera aquí estaría muy feliz.
Mi corazón se
detiene poco a poco. Alguien, pero no sé quién, empieza a llorar. Escucho el
ruido del respirador y las exclamaciones de sorpresa de los médicos, pero ya no
puedo sentir nada ya que lo único que veo es una luz blanca, pero…
Autores:
Mayra Pagano, Catalina Gamero, Ezekiel
Kentros y Julia Fazio